27 de mayo de 2022

En otra parte del multiverso...

Recuerdo aquel día. Había quedado con mi mejor amiga, pero me dijo que estaría acompañada. Un hormigueo recorrió mi espalda cuando me lo dijo... sabía quién era. Habíamos hablado alguna vez... me había masturbado con sus fotos muchas más.

Llevaba un vestido negro que marcaba cada centímetro... como si la envolviera. Dejaba al aire su cuello, ligeramente rojo porque se acababa de rascar. Según bajé la vista me tropecé con su pecho, un valle que invitaba a tirarse con los ojos cerrados. Una cintura que encajaba perfectamente en mis manos y una falda de vuelo que dejaba imaginar mucho... una piel blanca, botas altas...

Fueron dos besos muy alegres, con una sonrisa grande, de esas que te ponen el brillo del móvil a tope. Con esos labios que pedían un mordisco a gritos y que tenían pinta de saber morder. Y qué ojazos joder... de los que quieres ver de cerca, de rodillas, llorando y en blanco. Muy cercanos, muy cerca de la comisura de los labios. ¿Me había empalmado solo con esos dos besos? Sí... joder que sí.

Estuvimos tomando algo, riéndonos. Yo escuchaba sus anécdotas, ellas se conocían desde hace mucho. Muchas bromas, cosas de chicas. Más bromas, subía el tono de la conversación conforme caían las rondas de cerveza. Muchas insinuaciones, miradas. Y no sé en qué momento, hablando de experiencias, de sueños, de placer... me pareció buena idea enseñarle una foto de mis aventuras. Era como un... "Mira lo que podrías tener". No dudó un segundo en querer verla, y pude ver cómo se mordía el labio muy sutilmente... o quizás habían sido imaginaciones mías.

Dejé a mi amiga en la estación, y lleve a mi nueva acompañante a su casa. Más risas... más miradas. Cantamos canciones de Disney. Llevaba un vestido con una falda de vuelo, no lo olvidaré nunca. Y yo no hacía más que imaginar en mi cabeza como sería recorrer esa piel con la yema de mis dedos.

En un cambio de marcha, dejé mi mano en su rodilla. Algo suave, casi sin querer. Como si no me ardiera todo solo de rozarla. Apreté un poco, con un gesto más de cariño qje otra cosa y note como de arqueaba en el asiento. "Y si quizás..." pensé. Aprovechando el movimiento del coche la dejé caer un poco más. Note sin dudas que había abierto las piernas... me estaba indicando el camino. Seguí bajando, ahora decidido. Giré un poco la cabeza y alcance a ver cómo se mordía el labio mientras me miraba, desafiante. Suspiré, desde lo más profundo. Y rocé en encaje de su ropa interior... hacía calor. Mucho. Estaba húmedo... presioné con fuerza, como si quisiera meter mis dedos a través de la tela, rompiéndola... cada curva de su cuerpo acompañaba mis movimientos, como una serpiente que busca el calor...