19 de septiembre de 2011

Mensaje en una botella...

Léeme, léeme al menos. Las palabras no hacen daño si no se escriben con esa intención...

Hoy no escribo para mí, como hago habitualmente. Hoy escribo para ti. para que me respondas. Para quedarme tranquilo, para arreglarlo, para no cometer los mismos errores que en el pasado. Porque ya una vez lo dejamos pasar, ya una vez lo dejé estar... y no ocurrió nada, ni bueno ni malo, simplemente no sucedió.

Hoy espero que me contestes, aún cuando no me has contestado mensajes, ni llamadas, ni pensamientos... porque sabes que pienso y sin embargo, actúas como si no me conocieras. Sabes que quiero y necesito, y sin embargo me lo niegas. Porque lo único que quiero y necesito es saber, saber porqué volviste, saber porque apareciste de repente, saber porque las palabras se tornaron tan sinceras y ahora de repente, no pesan nada y se las lleva el aire.

No creo en las casualidades, hace tiempo dejé de hacerlo. No hay nada escrito, no hay nada predeterminado. Todo ocurre gracias a nosotros, o por nuestra culpa... nuestras decisiones, nuestras elecciones, nuestros gustos, una sonrisa, un guiño, una llamada que no se coge, un sms que se deja olvidado... Yo he decidido insistir, he decidido luchar, he decidido preguntar. Porque en el fondo, sólo quiero comprender, estés cerca o lejos, pero necesito comprender que ocurre dentro de esa cabeza. Porque comprender significa poder mirar adelante y saber a qué atenerse, y con eso, sólo con eso, se vive mucho más tranquilo... porque aunque el futuro no esté escrito, las intenciones si que cuentan. Y contar con ellas es lo que nos hace seguir adelante, porque luchar por nada a nadie le gusta.

No hay más, no pido más. Tú misma lo dijiste... "Si no quisiera venir no habría cogido un taxi". Yo te respondo ahora... como ya hice hace tiempo. "Puedes desaparecer, y sin embargo... sigo aquí."

1 comentario: